Telltale vuelve a apostar para su última aventura gráfica por una saga de éxito, esta vez de la gran pantalla. Back to the Future (Regreso al futuro en España y Volver al futuro en Hispanoamérica) fue una de las mejores comedias juveniles de los años ochenta, debido al éxito cosechado, tuvo dos secuelas de calidad decreciente antes de terminar la década.

El filme original presentaba enredos temporales para toda la familia, hilados en una trama perfectamente suturada, una fórmula que cosechó muy buenos resultados. Expresiones e imágenes se han ido incorporando al imaginario colectivo, las parodias y homenajes en otras producciones han sido constantes en los últimos cinco lustros, trascendiendo el ámbito cinematográfico. Su regreso después de mucho tiempo (en el pasado fue llevada a una serie de animación de dudosa calidad y a algún videojuego de escasa relevancia) genera una expectación que sobrepasa los muros del mundo de la aventura al tiempo que representa una gran responsabilidad para Telltale.

Como sucediera con Indiana Jones and the Fate of Atlantis (en la que también trabajó Stemmle y que contentó tanto a los aficionados de la saga como a los aventureros), en lugar de adaptar alguna de las películas ya rodadas, se optó por una nueva historia, que apenas apenas nos es revelada en este primer capítulo. La aventura será distribuida en formato episódico, sello de identidad de la compañía californiana.

Marty McFly, un adolescente de la oximorónica ciudad de Hill Valley, tiene amistad con el excéntrico científico Emmett “Doc” Brown, inventor de una máquina del tiempo construida a partir de un DeLorean.

Después de viajar a 1955, sortear cuantos conflictos temporales se presentaron por el camino, echar un cable al futuro hijo del adolescente (sí, ya...) y evitar que el Tannen de turno se saliese con la suya; Marty se separa para siempre de Doc, que forma familia en el lejano Oeste. El DeLorean acaba destruido, cuando McFly piensa que no volverá a ver a su amigo, este emerge en su último vehículo, un ferrocarril a vapor reciclado en máquina intertemporal, para hacerle una última visita, advirtiéndole de que su futuro no está escrito (que sí...).

La presente aventura transcurre varios meses después de la tercera parte, es 1986 y Marty no se acaba de adaptar a la vida sin "Doc". El banco, dando por muerto al científico, va a vender sus propiedades. McFly tratará de que al menos su cuaderno, con todas las anotaciones sobre la máquina del tiempo, no caiga en las manos inadecuadas. Después de recuperarlo, el chico escucha un estruendo en el exterior del laboratorio, ante sus ojos el viejo DeLorean, con Einstein (perro de Brown) como único tripulante.

Marty descubre por una grabación en cinta de casete, alta tecnología de los ochenta, que el DeLorean tenía un sistema automático de regreso al presente ante cualquier incidencia. "Doc" se encontraba en problemas, pero... ¿cuándo€ Con el panel que marca la fecha del último viaje, estropeado, tendrá que ingeniárselas para descubrir a qué año ha de volver para rescatarlo.

En la historia notamos un propósito de regreso a la primera parte de la saga, los contratiempos, el rescate temporal y el pasado de Hill Valley con las ligaduras habituales al presente y sus personajes, nos muestran una estructura conocida. Se intenta apelar al factor nostálgico para contar con nuestra complicidad, no escatima en homenajes a la saga, con esa predominancia de la entrega inicial, además de dejar una referencia al género que el aventurero habitual reconocerá de inmediato. Pero la historia y su planteamiento mismo, carecen de entidad, la trama no acaba de enganchar, apenas el aporte de un personaje propio arroja algo de identidad, no existe la cohesión.

Dentro de las reglas de su universo (no tendría sentido referirnos a otras distintas), el soporte para la historia es muy frágil. Narrativamente It's About Time no tiene robustez como parte diferenciada de un todo, no justifica en absoluto el formato episódico, apenas sirve para darnos pistas sobre los posibles rumbos que tomará la trama en las demás entregas.

El 3D que tanto martirizó nuestras retinas en el pasado, ha alcanzado un nivel de sofisticación suficiente para empezar a suponer una alternativa real al 2D a nivel estético. El motor de Telltale todavía es de otra época.

Los personajes presentan modelos expresivos, si no demasiado conseguidos a nivel facial, sí animados de forma notable, la peculiaridad de la manera de desenvolverse de cada uno de ellos ayuda a definir y potenciar su personalidad. El estilo caricaturesco comedido es muy pertinente para el enfoque que tiene la narración, consiguiendo mantener identificables a los personajes cinematográficos. El punto débil de la animación es el cabello (excesivamente rígido en su movimiento), que si bien no supone un gran problema en los humanos, hace que Einstein (contribuyendo también a este hecho, una geometría nada afinada), se muestre muy tosco.

El diseño de fondos está a la altura, si bien no desfila una gran cantidad de escenarios, estos son detallistas (a pesar de la presencia de pocos puntos calientes). Abundan los elementos referenciales, el laboratorio de "Doc" Brown está lleno de objetos que dispararán nuestra memoria.

Las escenas cinemáticas cobran mucha importancia narrativa debido a lo limitado de la interactividad, están bien pensadas y ejecutadas, el tiro de cámara, al contrario de lo que sucede habitualmente en la aventura, no es gratuito. Cabe hacer mención especial a la secuencia introductoria (aunque tengamos una mínima participación, la podemos considerar como tal), muy ilustrativa de la motivación del personaje jugable, además de reintroducirnos de forma eficaz en el universo Back to the Future.

Otro punto favorable es que se nos permite gestionar el nivel de detalle, haciendo que el juego pueda correr en una amplia gama de equipos.

No cuenta con gran variedad musical, la fantástica pieza Back to the Future Theme de Alan Silvestri nos acompañará durante la mayor parte del juego (con una breve aparición de Back in Time de Huey Lewis y Chris Hayes).

En nuestra incursión en el pasado se echa en falta una mayor presencia de temas de la época (o inspirados en ella), que tan importantes fueron en la ambientación de la película de Zemeckis; apenas una pieza muy suave a nuestra llegada es cuanto nos ofrece. La música cumple su función de acompañar sin tomar protagonismo, siendo cedido este, al doblaje.

El doblaje es francamente bueno. Christopher Lloyd, al igual que en la saga cinematográfica, da vida a “Doc” Brown (al Emmett Brown joven, lo hace J.A. Taylor), siendo el único que repite en este primer capítulo. No es necesario hablar de la idoneidad de su elección. A.J. Locascio toma el papel que interpretaba Michael J. Fox dando vida a un más que convincente Marty McFly, el joven actor capta por completo su esencia. El acierto en el casting y la dedicación nos dejan una entonación digna de mención, la dirección de doblaje es competente. Tampoco se economiza en efectos sonoros.

Comenzaremos hablando de la interfaz. Marty, personaje al que controlamos, se desplaza de la misma manera que lo hacía Guybrush en ToMI, para avanzar tenemos que mantener pulsado el botón primario del ratón. El sistema resulta incómodo y hace que el desplazamiento sea poco natural, con deslizamientos y dificultades para mantener una trayectoria recta.

Una esquemática representación del condensador de fluzo/flujo (flux capacitator) sirve de puntero, cuando se ilumina es que hemos dado con un hotspot. Las acciones están predeterminadas, solo podremos elegir si queremos utilizar un objeto en el punto caliente o ejecutar la acción por defecto, el juego decide por nosotros observar, charlar, coger, usar... Esta simplificación tan profunda de la interfaz no es algo nuevo, y no tiene que ser algo necesariamente malo, en este caso, como veremos en breve, no ayuda.

Si a lo de las acciones preestablecidas unimos un inventario (más vistoso que funcional) que no permite la combinación de objetos y un número de hotspots reducido, la capacidad de interacción del jugador queda muy mermada.

Serían necesarios puzles avanzados para presentar un reto en estas circunstancias, desafortunadamente el diseño presenta una variedad y calidad escasas, haciéndose incluso repetitivo. Un uso convencional y múltiple de los escasos objetos de los que disponemos, deja sin margen, otra vez, al discurrir del jugador. Las áreas a explorar son bastante restringidas, evitando el riesgo de caminatas excesivas (tan presente en aventuras 3D), aunque como contrapartida facilita todavía más la resolución de los puzles. No es buena idea tampoco incluir un rompecabezas en donde influya la velocidad de desplazamiento, viéndose esta tan limitada por el sistema de control del personaje. La mecánica del puzle resulta evidente y su presentación, artificial, suponiendo otra argucia para aumentar la longitud del capítulo.

En los árboles de diálogo, que funcionan principalmente como retardador, incluso cuando tenemos que elegir entre varias opciones no acumulativas nuestra capacidad de elección será casi siempre ficticia. Este elemento no ha evolucionado desde los albores del género, seguimos teniendo que ir seleccionando temas de conversación de una lista aunque esté previsto que tengamos que agotarlos para obtener la información que precisamos para resolver el juego. Un vano intento de hacernos partícipes que demora la acción más de lo deseable.

Muchas situaciones en la aventura requieren la repetición de sucesos, no siempre resueltos de la manera más eficaz. Hay cierta tendencia a desprenderse de la memoria de los personajes para ahorrar expresiones, restando verosimilitud al conjunto. Se echa en falta mayor refinamiento en este proceder, reiterativo en una aventura de tan corta duración.

Excesivamente sencilla incluso para el aventurero inexperto, en el improbable caso de que alguien se quede atascado sin saber qué hacer, el juego dispone de un sistema dinámico de pistas y objetivos (recomiendo no activar este al inicio, para que no se reduzca todavía más nuestro papel como jugadores). Algunos de los puzles son resolubles apenas recorriendo los hotspots, el juego está enfocado para que el jugador tenga claro en cada momento el siguiente sub-objetivo, y para que las opciones a tener en cuenta para resolver el entuerto sean tan limitadas, que la búsqueda de soluciones será un proceso muy rápido.

Dentro de la pérdida de complejidad que el género está viviendo en los últimos tiempos, Telltale esta vez va un paso más allá, con la pretensión de llegar a un público lo más amplio posible, nos ha dejado un juego al que no podremos culpar del surgimiento de cualquier problema capilar.

Back to the Future: The Game tenía muchos de los ingredientes necesarios para ilusionar al

aventurero medio, si bien consigue un notable resultado en los aspectos visual y sonoro, con un trabajo exhaustivo; esta fracción de historia que supone It's About Time, carece de entidad como elemento diferenciado, pretendiendo encontrar en la nostalgia, su principal soporte.

Tiende a una simplificación excesiva, limitando la jugabilidad con un diseño de puzles repetitivo que nos acerca más al rol de observador que al de jugador. No es una aventura brillante, pero al menos (aunque tenga elementos claramente retardadores), se puede jugar de una manera bastante ágil. Quizás con la serie completa el propósito del juego esté más claro y esta primera parte se quede en una ligera introducción, de momento, el primer capítulo no deja de ser una explotación muy conservadora de una jugosa licencia. Una aventura intrascendente.

Escrito por David_Holm

Publicado el 04 de enero de 2011

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