Ayer mismo instalé una versión de prueba de 14 días del World of Warcraft. Sí, yo que siempre estuve en contra de los juegos de rol online masivos. Pues sí, señores, así es
.
Tran un par de horas de juego puedo decir que la experiencia no ha sido tan mala como yo pensaba. Es más, incluso diría que ha sido bastante satisfactoria. Al principio (como suele pasar con casi todo) estás algo perdido, pero enseguida te vas haciendo un pequeño hueco entre la multitud de jugadores humanos. No llevaba yo ni cinco minutos echando un vistazo a la interfaz cuando alguien me dice HOLA. Le respondo HOLA y empezamos a hablar de que somos novatos y que si patatín, que si patatán. ¿De dónde eres? Bueno, ¿y qué se puede hacer aquí? Ah, se me ocurre algo: ¿por qué no empezamos matando a esos lobos que hay ahí? Vale, venga, así vamos pillando puntos de experiencia y recogemos nuestros primeros objetos. Así, tan fácil como eso
.
Se me ocurre crear un grupo. A los pocos minutos se incorporan dos nuevos miembros y ya estamos en el lío. Allá vamos, soltando mamporros a los bichos malos y subiendo poco a poco de nivel. Oye, pues esto no es tan aburrido como parecía. Yo incluso diría que es muy, pero que muy divertido... y encima haces amigos, ¿qué más se puede pedir?
Otro detallazo que te llama la atención es que el tiempo transcurre al mismo ritmo que en la realidad. Vaya, que si son las 12 en el mundo real, también lo será en el virtual. Sales del juego y, cuando vuelves, resulta que se ha guardado automáticamente tu última posición. Como has sido un chico listo y has agreagado como amigos a los del grupo de antes, pues resulta que hay una opción que te dice en qué zona están (si es que están conectados, evidentemente). Y nada, a volver a dar mamporros con la gente que ya conoces... o con otra nueva, que aquí todo vale.
También tengo que decir que me sorprendió muy gratamente el civismo de los demás jugadores humanos. No vi a nadie matando a los demás por pura diversión. ¡Qué va! Y creedme cuando os digo que alguno, con un nivel 70, no tendría más que toserme para acabar con mi patética existencia virtual. Todo el mundo iba de aquí para allá, afanado en sus respectivas misiones, sin meterse con los demás. Te acercas a una taberna y hay un montón de gente que se reúne allí, conocida o desconocida, eso es lo de menos. Y lo mismo se puede decir de las inmediaciones de los puestos de los mercaderes, que ofrecen armas, armaduras, comida, objetos mágicos, etc.
Mañana vuelvo a estar de viaje (vaya mesecito llevo, por cierto
), pero el domingo espero conectarme de nuevo para vivir nuevas aventuras en Azeroth. ¿No me digáis que no os apetece?
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