El núcleo geográfico de desarrollo aventurero, siempre eminentemente americano, ha sufrido una europeización casi total en el transcurrir del último decenio. Tras el abandono y renuncia de tío Lucas y tío Ken, pequeñas compañías continentales han tomado el timón con más o menos humildad, con mejor o peor hacer.
Pese a sus tradicionales diferencias, los dos mercados permanecen francamente conexos, compartiendo en su mayor parte tendencias, morfologías? y títulos.
Ajenos a este minoritario pero dignísimo tinglado, en la islita superpoblada de nombre Japón, han volado siempre a su aire. El concepto de Aventura gráfica es todavía más difuso, se funde generalmente con lo textual hasta un límite casi o completamente conversacional y la producción purista escasea tanto como una variedad temática decididamente orientada al público adulto por su carácter erótico. Sólo en los últimos años, esperando sembrar un precedente cuya máxima beneficiaria es la variedad, empiezan a llegar representantes nipones hasta nuestras ya casi inconmovibles tierras. Y aunque los ?juegos de citas? y excentricidades varias permanecen al otro lado de la frontera, comenzamos a poder adquirir lo mínimamente ortodoxo.
Shadow of Memories supuso una de las primeras (y todavía escasas) posibilidades de probar un estilo diferente de hacer aventuras. Bruno, viajero inexorable, inmutable ante los peligros e incluso la muerte, ejerció de heroico corresponsal ?laeliano? en el desequilibrio temporal y espacial del susodicho jueguecito. Su opinión personal, pero siempre basada en criterios objetivos, esperamos que sea aderezada por discusiones y debates en un foro al que te invitamos a entrar y, por supuesto, participar. |